Los sistemas de extinción automática mediante gases halocarbunados nacen de la necesidad de la protección de vidas y bienes de una forma segura y eficiente, como principales sustitutivos del CO2 y del Halon. El primero tiene el problema de que es tóxico para las persones. El segundo está prohibido por su alta contaminación atmosfèrica.
Sin embargo los agentes halocarbonatos no son del todo “agentes limpios” por lo que el pasado 29 de octubre de 2013 se aprovó la Ley 16/2013 en la que se definía el Impuesto sobre Gases Fluorados de Efecto Invernadero, que se comenzaría a aplicar en enero de 2014.
Este gravamen se basa en el cálculo del efecto invernadero que producen estos gases (GWP) según el tiempo de vida en la atmosfera. En este sentido el HFC-23 (FE-13) se prohibe su utilización como agente extintor a partir de este enero de 2015 y es el que tiene un impuesto por kg más elevado para lo que se hace referencia a recargas y trasvalses.
Por todo esto el manteimiento de las botelles de sistemas de extinción automática, resulta cada vez más costoso. Sea cual sea el tipo de gas.
2014 (33%) | 2015 (66%) | 2016 y sucesivos (100%) | |
HFC-125 | 2,244 €/kg | 4,488 €/kg | 6,8 €/kg |
HFC-227ea | 2,31 €/kg | 4,62 €/kg | 7 €/kg |
HFC-23 | 33 €/kg | 66 €/kg | 100 €/kg |
HFC-236fa | 33 €/kg | 66 €/kg | 100 €/kg |
Los sistemas deben pasar una revisión anual, però los cilindros deben pasar una prueba de retimbrado cada 10 años.